Crítica Araceli Arreche

MUY BUENO. En su lógica de nombre, el título del espectáculo aglutina en sí un universo de posibles sentidos a los que abre el mismo, Salvavidas de Plomo, un juego donde se devela los mecanismos de un sistema que nos acostumbra a perdernos en ilusiones efímeras que sólo nos acarrean desilusiones permanentes. Con texto de Ariel Barchilón y las actuaciones de Arturo Bonin y Susana Cart, Marcelo Mangone dibuja un mundo donde lo no- decible se hace decible a través del humor.
En un juego que elige la comedia como registro y el comic como apuesta estética Salvavidas de Plomo funciona como retrato de una sociedad de sobrevivientes. Luli ( Arturo Bonin ) y Cheché ( Susana Cart) serán los agonistas de éste experimento, la pareja de una representación que pone en evidencia “ cómo las ilusiones de los fabricantes de dependencia nos hacen creer que endeudándonos nos enriquecemos, que perdiendo ganamos, que hundiéndonos saldremos a flote, y que suicidándonos tendremos una vida más larga. Y de cómo la acumulación de desilusiones puede llegar a transformarse en una conciencia esperanzada, que nos permita salir del ahogo para gritar: ¡Basta, che, déjennos respirar!” ( Ariel Barchilón ).
La sala del Teatro del Abasto se modificará cada viernes y sábado durante poco más de una hora para transformarse en un recinto donde todos seremos parte de un espectáculo, un acontecimiento que trabaja sobre las consecuencias de la autoridad aceptada ciegamente, un juego donde no sólo se decide lo que llamamos libertad sino también nuestra propia supervivencia.
Sobre la escritura dramática de Ariel Barchilón, Marcelo Mangone propone una grafía escénica, una gestalt que poco a poco despertará en el espectador un estado de alerta, todos recordamos ante la visualización física de ese ojo que nos interpela hacia el final del espectáculo las palabras de Foucault respecto al panóptico: no hay vejaciones secretas.
Todo el diseño escénico tanto en el tratamiento plástico, musical como gestual trabaja la estilización de las formas hacia el registro de la caricatura, creando así un dispositivo escenográfico que como cuerpo dramático expone su condición de simulacro permanentemente. De esta manera construye una imagen poética sobredimensionada devolviéndonos una realidad deformada a manera de cuerpo grotesco. Un ámbito escénico que a cada instante parecería brindarnos el secreto de un mundo. Nada es inocuo o inocente en éste espacio, cada signo sentado sobre la escena trabaja en la construcción de una metáfora que - desde el humor - relata los mecanismos perversos de un sistema y que, a cada paso nos transforma en compañeros de una aventura, la de seguir luchando por salir a flote en éste mar de calamidades.
Salvavidas de Plomo es una travesía en cinco cuadros donde Arturo Bonin y Susana Cart desde sus personajes Luli y Cheché nos ayudarán en la recuperación del patrimonio de la risa.