DE COMO LAS ILUSIONES DE LOS FABRICANTES DE DEPENDENCIA NOS HACEN CREER QUE ENDEUDÁNDONOS NOS ENRIQUECEMOS, QUE PERDIENDO GANAMOS,
QUE HUNDIÉNDONOS SALIMOS A FLOTE Y QUE SUICIDÁNDONOS TENDREMOS UNA VIDA MÁS LARGA.
Y DE CÓMO LA ACUMULACIÓN DE DESILUSIONES PUEDE LLEGAR
A TRANSFORMARSE EN UNA CONCIENCIA ESPERANZADA
QUE NOS PERMITA SALIR DEL AHOGO PARA GRITAR
BASTA CHE! DEJENNOS RESPIRAR

Ficha Técnica


de ariel barchilon
puesta en escena y dirección : marcelo mangone
arturo bonin
susana cart
voz en video: ignacio goano
música: rodolfo mederos
dibujos: roberto fontanarrosa
diseño de espacio escénico: jorgelina herrero pons
diseño de espacio sonoro: marcelo mangone
diseño de vestuario. joreglina herrero pons
diseño de luces: jorgelina herrero pons / marcelo mangone
prensa: paula simkin & daniel franco
asitente de producción: paula galimany
asistente de dirección: erika harvorsen

Crítica Araceli Arreche

MUY BUENO. En su lógica de nombre, el título del espectáculo aglutina en sí un universo de posibles sentidos a los que abre el mismo, Salvavidas de Plomo, un juego donde se devela los mecanismos de un sistema que nos acostumbra a perdernos en ilusiones efímeras que sólo nos acarrean desilusiones permanentes. Con texto de Ariel Barchilón y las actuaciones de Arturo Bonin y Susana Cart, Marcelo Mangone dibuja un mundo donde lo no- decible se hace decible a través del humor.
En un juego que elige la comedia como registro y el comic como apuesta estética Salvavidas de Plomo funciona como retrato de una sociedad de sobrevivientes. Luli ( Arturo Bonin ) y Cheché ( Susana Cart) serán los agonistas de éste experimento, la pareja de una representación que pone en evidencia “ cómo las ilusiones de los fabricantes de dependencia nos hacen creer que endeudándonos nos enriquecemos, que perdiendo ganamos, que hundiéndonos saldremos a flote, y que suicidándonos tendremos una vida más larga. Y de cómo la acumulación de desilusiones puede llegar a transformarse en una conciencia esperanzada, que nos permita salir del ahogo para gritar: ¡Basta, che, déjennos respirar!” ( Ariel Barchilón ).
La sala del Teatro del Abasto se modificará cada viernes y sábado durante poco más de una hora para transformarse en un recinto donde todos seremos parte de un espectáculo, un acontecimiento que trabaja sobre las consecuencias de la autoridad aceptada ciegamente, un juego donde no sólo se decide lo que llamamos libertad sino también nuestra propia supervivencia.
Sobre la escritura dramática de Ariel Barchilón, Marcelo Mangone propone una grafía escénica, una gestalt que poco a poco despertará en el espectador un estado de alerta, todos recordamos ante la visualización física de ese ojo que nos interpela hacia el final del espectáculo las palabras de Foucault respecto al panóptico: no hay vejaciones secretas.
Todo el diseño escénico tanto en el tratamiento plástico, musical como gestual trabaja la estilización de las formas hacia el registro de la caricatura, creando así un dispositivo escenográfico que como cuerpo dramático expone su condición de simulacro permanentemente. De esta manera construye una imagen poética sobredimensionada devolviéndonos una realidad deformada a manera de cuerpo grotesco. Un ámbito escénico que a cada instante parecería brindarnos el secreto de un mundo. Nada es inocuo o inocente en éste espacio, cada signo sentado sobre la escena trabaja en la construcción de una metáfora que - desde el humor - relata los mecanismos perversos de un sistema y que, a cada paso nos transforma en compañeros de una aventura, la de seguir luchando por salir a flote en éste mar de calamidades.
Salvavidas de Plomo es una travesía en cinco cuadros donde Arturo Bonin y Susana Cart desde sus personajes Luli y Cheché nos ayudarán en la recuperación del patrimonio de la risa.

Crítica Gastón Bancora " La Maga"

En Salvavidas de plomo, una pareja participa de un juego virtual en el que a pesar de interminables sacrificios los resultados prometidos nunca llegan, en una clara alusión al manipuleo extranjero por una deuda externa convertida en eterna. Opinión: Buena.
Teatro, humor y realidad
Con mucho de ironía sobre la realidad que vive la sociedad argentina en cuanto al manejo de las ilusiones en manos del capitalismo extranjero, Salvavidas de Plomo, la obra teatral interpretada por Arturo Bonín y Susana Cart, representa una propuesta más que interesante para reírse de situaciones que de alguna manera a muchos les toca vivir cotidianamente.Salvavidas de plomo habla de cómo las ilusiones de los fabricantes de dependencia nos hacen creer que endeudándonos nos enriquecemos, que perdiendo ganamos, que hundiéndonos saldremos a flote y que suicidándonos tendremos una vida más larga. Y de cómo la acumulación de desilusiones puede llegar a transformarse en una conciencia esperanzada, que permita salir del ahogo.La trama de la obra gira en torno a una pareja que participa de un juego virtual en el que a pesar de interminables sacrificios los resultados prometidos nunca llegan, en una clara alusión al manipuleo extranjero por una deuda externa que se convirtió en eterna. Escrita por Ariel Barchilón, con música original de Rodolfo Mederos, ilustraciones de Roberto Fontanarrosa y la dirección de Marcelo Mangone, Salvavidas de plomo es una obra digna de verse por su alto contenido humorístico en base a un tema que se instaló en el país hace ya varios años. Un claro resumen de la puesta en escena lo sintetiza su autor, Ariel Barchilon, quien destaca que "Salvavidas de plomo es la metáfora humorística del mecanismo perverso de la deuda externa. Mientras más pagás, más debés; mientras más ventajas te prometen las renegociaciones, peores serán tu condiciones de vida; mientras más te ilusionás con la ayuda del verdugo disfrazado de salvador, más humillación recibirás; mientras no rompas con la ilusión de creer que el plomo de los salvavidas es aire salvador, más al fondo del abismo caerás. En un clima de humor constante esta comedia pop nos muestra el doble proceso de esta pareja: por un lado, el de creer en ilusiones que los llevan a la degradación y a la pérdida de sus bienes materiales y valores éticos, y, por el otro, también, a la des- ilusión, en el mejor sentido de la palabra”.Mientras tanto, Arturo Bonín opina que "cuando parece, o me parece que todo está perdido, descubro que son muchos los que vienen a entregar su corazón o su talento o sus ganas de cooperar para lograr algo distinto, superador. El encontrar en este camino del teatro a tanta gente me proporciona la posibilidad de seguir creciendo y de estar vivo dentro de tanta desesperanza, tanta mediocridad y tanta miseria que nos rodea".

Nota Silvina Friera de Página 12

El verdugo, cada vez más entrenado en el arte de dominar sin que las víctimas lo perciban –aunque tal vez lo intuyan–, se disfraza de salvador para vender ilusiones efímeras de bienestar y promesas de que sólo si cumplen con determinados requisitos se podrá esquivar el fondo del abismo. Salvavidas de plomo, pieza del dramaturgo Ariel Barchilón, que se estrena hoy a las 21.30 con una función especial para los lectores de Página/12, en el teatro Del Abasto (Humahuaca 3549), urde su trama cómica en torno de un matrimonio que es sometido a distintas pruebas de competición con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida. Interpretada por Arturo Bonín y Susana Cart, con dirección de Marcelo Mangone, la obra, que abreva en la estética del comic, desmenuza la paradoja de quienes participan en un juego de suma cero: las reglas impuestas establecen de antemano la imposibilidad de ganar, y las pequeñas derrotas acumuladas –desde la pérdida de la casa hipotecada hasta nada menos que la crianza de los hijos– ponen en peligro la propia vida de cada miembro de la pareja. El despojo de estos individuos está circunscripto dentro del funcionamiento de un aparato más complejo y perverso, que se asimila al mecanismo de la deuda externa argentina: cuanto más pagás, más debés.Hace tiempo que Bonín buscaba una pieza que indagara sobre la incapacidad de asociar lo micro –por ejemplo, la suba de los alimentos de la canasta básica– con lo macro –las disposiciones de los organismos financieros internacionales–, ya sea por saturación de información u omisión deliberada. “La globalización trata de segmentar estas esferas para que las personas sean autómatas, para que no puedan encontrar vínculos entre lo que pasa en la estructura del sistema y cómo eso impacta en su cotidianidad”, sostiene. “El salvavidas de plomo que nos arroja el Fondo Monetario Internacional sólo sirve para hundirnos más, para disciplinarnos y domesticarnos.” Si eso que se llama realidad argentina se parece a una ficción improvisada y nauseabunda, Bonín dice que hacer una lectura naturalista o dramática de la pieza de Barchilón habría sido intolerable para los espectadores. “El living de esa casa, en donde vive el matrimonio, es un gran laboratorio. La pareja se acostumbra al sufrimiento de todo tipo de vejámenes, bajo el eufemismo de pruebas. Somos bichitos en observación, ultrajados por los grandes poderes, que en la puesta aparecen a través del recurso de la voz en off.” “Con vocablos estrafalarios y una jerga técnica incomprensible para la mayoría de la gente, nos demuestran cómo nos descartan porque no estamos capacitados para vivir”, precisa Bonín, que compara este procedimiento con la película Recursos humanos, especialmente la escena en la que el hijo, mimetizado con el discurso de la empresa, le informa a su propio padre que está despedido, a causa de una reestructuración. La música original de Salvavidas..., metáfora humorística del mecanismo perverso de la deuda externa, fue compuesta especialmente por Rodolfo Mederos, mientras que las ilustraciones son de Roberto Fontanarrosa. “Mederos nos comentó que la estética del comic es frívola, pero que la música, como contrapartida, tenía que ser el fueye, para darle a esa estética un contenido nuestro. Esto es lo que nosotros entendemos como resignificar. En Bahía, los martes en el Pelourinho, hay una fiesta popular. La gente se junta para cantar, bailar y beber. Un día, averiguando por qué se realizaba los martes, nos enteramos de que ese día, en la época de la colonia, ataban a un esclavo a un poste y lo azotaban. Lo elegían al azar y lo azotaban hasta que lo exterminaban. Pero la obligación de todo el pueblo era estar presente como una manera de advertir lo que les podía llegar a pasar si no eran obedientes. Ahora, los martes, hacen fiesta, ya no lloran porque lograron resignificar este episodio histórico.”–¿La elección del comic está relacionada con una cultura de la frivolidad que atraviesa a la sociedad argentina? –No sé si somos frívolos, pero estoy convencido de que somos un país exitista. No sólo se habla del Fondo Monetario sino de las presiones a las que estamos sometidos y cómo cedemos cuando podríamos rebelarnos con un simple no lo hago. La trascendencia de ese no se da por la suma de pequeños “no” individuales que logran conformar un no colectivo. –¿Cómo relaciona esos no que estallaron en diciembre del 2001 con la situación actual, si se tiene en cuenta que Menem podría ser presidente otra vez?–La historia nos ha tratado a los cachetazos. Hay una cultura del facilismo que está instalada en la sociedad argentina. Este facilismo hace que se admiren la picardía y la travesura. Sin embargo, si esta picardía está manifestada a través de un gobernante implica robar y contrabandear armas, entre otras cosas. ¡Qué piola compró a la Justicia y no lo mandan en cana! Esta es una de las asignaturas pendientes que tenemos como sociedad: luchar contra esa cultura. El 19 y 20 de diciembre fue una gran explosión que habilitó la democratización de la discusión y la expansión de la participación, pero es un proceso que llevará muchísimo tiempo. Cuando me dicen que las asambleas fueron un fracaso pido que observen cómo todavía se siguen reuniendo e impulsando proyectos. Espero que sigamos profundizando en esta dirección, aunque el estado deliberativo de las asambleas a veces impida tomar decisiones.–Sin embargo, el entusiasmo inicial fue licuándose...–El riesgo de que Menem vuelva a ser presidente plantea un interrogante que es ¿para qué? Queda por vender territorio y agua potable y creo que a esta altura los ciudadanos ya no podemos ser tan ingenuos. En el hipotético caso de que regrese, ahora no le va a resultar tan sencillo porque hay muchos sectores, los piqueteros y las asambleas barriales, más esclarecidos. Ante este escenario la pelea será terminal: o liquidamos, cerramos la persiana y nos vamos o aceptaremos que tenemos un país en descomposición.–¿Por qué al argentino le cuesta relacionar lo que padece en su vida cotidiana con la deuda externa, por ejemplo?–Nos han intentado enseñar que todos somos igualmente responsables, cuando en realidad no es así. Una chica en Tucumán, que llora porque tiene hambre, no tiene la misma responsabilidad respecto de lo que le está ocurriendo que la del gobernador de Tucumán, que tiene un velero de 500 mil dólares y no hace nada por resolver el hambre que sufre la gran mayoría de los tucumanos. El problema argentino es que se ha naturalizado que está bien que haya pobres y ricos. Entonces, se acepta que ese señor ha llegado a ese lugar porque es vivo, porque se supone que dispone de mayor capacidad o porque ha sido tocado por una varita mágica. Más allá de la evolución de la humanidad, aún estamos instalados en el medioevo. El señor feudal ahora está legitimado por los votos.

Crítica " El Muro Cultural"

Un matrimonio que quiso vivir mejor y creyó en la falacia de que pidiendo créditos y viviendo a cuenta tendría un futuro venturoso. Apenas si compraron un rato del presente. Y de esto se dieron cuenta cuando tuvieron que comenzar a pagar la deuda contraída.Hay modernas formas de esclavitud. Aquí hay una. Que se agrava y profundiza con cada renegociación que de manera inevitable tienen que encarar, porque obviamente, no pueden pagar. Entonces, no sólo pierden los bienes materiales que han logrado conseguir a lo largo de su vida. En el camino queda, la autoestima, la dignidad, la libertad, la identidad. El propio ser.En este caso, cualquier parecido con la realidad, no es mera coincidencia. Ariel Barchilón estructura una trama muy sólida, para poner en escena a sus personajes. Así, asistimos a una especie de reality show de la dependencia. Lo que "Salvavidas de plomo" pretende y logra plasmar en medio de juegos y situaciones
aparentemente risueñas, es una mirada dolorida y lúcida sobre la realidad Argentina de los últimos años. Nuestra realidad.Hay momentos muy logrados, en escenas inteligentemente resueltas ( que no revelaré para no privar de la grata sorpresa a los espectadores ) desde la dirección y el trabajo de los actores, en donde se pone de manifiesto cierto rasgo cultural de facilismo que nos identifica. Nos guste o no.Con una escenografía en la que no sobra ni falta ningún elemento, un vestuario sugerente, efectos sonoros adecuados y una cautivante partitura musical a cargo de Rodolfo Mederos; el director Marcelo Mangone encuadra todos estos ingredientes a la perfección, apoyado y sustentado en las muy buenas interpretaciones de Arturo Bonin y Susana Cart. Ambos ponen toda su energía, entrega y capacidad lúdica en función de un trabajo en equipo que se nota sobre el escenario. Cuando los actores disfrutan en escena, los espectadores también lo hacen en la platea. Muy buenos trabajos desde lo corporal y los matices vocales, que dan credibilidad a "Chechu" y "Luli". "Salvavidas de plomo" es una de esas comedias en las que luego de soltar la carcajada, uno se queda pensando: de qué me estoy riendo. Y este es todo un logro. Hacernos pensar.MUY BUENA